sabato 29 febbraio 2020

George Mario Angel Quintero

L’amore veniva di rado,
o non veniva affatto.
La mia solitudine era come
un muro vasto e vuoto,
E quando arrivò il momento
della mia ribalta…
eccoti lì,
eccoti lì.
A volte un sogno
si adagia a portata di mano,
e lo sai, se tenti,
puoi abbracciarlo.
Sono così fortunato
ad avere
colmato il tuo cuore.
Il ricordo
della tua risata
è come un palmo sulla mia guancia.
So che fa male respirare, amore mio.
So che la strada è stata lunga.
Quindi appoggia la testa
e lasciami accanto a te,
per un poco.
George Mario Angel Quintero

venerdì 28 febbraio 2020

Chiara De Luca, Come la prima di un grande concerto

Come la prima di un grande
concerto attendo ogni volta
questo momento

quando tra umani
è soltanto sconcerto,
e vorrei non essere mai
esistita oppure nel vento.

Con le dita ti sfioro la testa
le perle della spina dorsale
le orecchie come piccole ali

le foglie delle ciglia serrate
su ambra di gemme di brace
in ombra nel dormiveglia.

La tua vita mi tiene alla vita
cui mi hai data, creatura

presente poesia di natura,

nata come un invito alla festa
di esistere infine dall’assoluto
abbandono d’animale malnato.

Ti poso l’orecchio sul petto
il giorno implode nel suono cavo
cullante di viscere come tra valve
di conchiglia un ricordo di onde.

Resto e ascolto nel centro
del coro del cuore l’assolo:

il petto si leva, il battito scala
passo dopo
passo
dopo
passo il cielo

in agguato dall’alto
del lucernario

non sento altro che l’oltre
di silenzio che al respiro si fonde.

Chiara De Luca
inedito

Federica Giordano, Pesante il tuo braccio sule gambe

Pesante il tuo braccio sulle gambe
dissotterra un bisogno cavo.

Le mura diventano scarne,
pareti tonde di conchiglia.

Insieme abitiamo
il colore canuto di una salina.

Federica Giordano
da Utopia fuggiasca (Marco Saya Edizioni, 2016)

lunedì 24 febbraio 2020

Pierluigi Cappello, Io, riconosciuto nudo

Io, riconosciuto nudo, risalito lungo le cicatrici
dalla conoscenza della tua bocca, ti schiudo alla mia
come un’alba, un riparo
nel respiro della forza deposta;
ogni giorno aggiungo una morte alla mia vita
e ogni giorno il tuo nome ha piú significato
duttile sulla mia lingua
e l’ombra versata la sera sulla soglia
il minuto posato nell’attesa
ci libera dalla morte ereditata;
era aprile e pensavo di essere
piú piccolo del firmamento,
che non sei tu, non sono io
lo splendore di un sentiero tracciato
dentro il mio nome e il tuo.

Roberto Carifi, Esatta è la parola

Esatta è la parola
che viene a noi dal bene,
che afferra come la mano del destino
e piega le ginocchia
e l’uno all’altra ci abbandona.
Se resta un’ombra, amore,
non sarà l’ombra del peccato
ma quella che protegge dalla luce estrema,
che custodisce lo sguardo di chi ama.
A volte il tuo viso muta,
un fragile tremore bacia le tue labbra:
soltanto il bene si mostra così,
nella minuscola piega della pelle,
nel battito sottile dello sguardo.
Il male non ha rossori,
nulla lo lascia impallidire
e si nasconde.

lunedì 17 febbraio 2020

Antonio Machado

A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado

Jorge Guillen


Y los ojos prometen
mientras la boca aguarda.
Favorables, sonríen.
¡Cómo íntima, callada!
Henos aquí. Tan próximos.
¡Qué oscura es nuestra voz!
La carne expresa más.
Somos nuestra expresión.
De una vez paraíso,
con mi ansiedad completo.
La piel reveladora
se tiende al embeleso.
¡Todo en un sólo ardor
se iguala! Simultáneos
apremios me conducen
por círculos de rapto.
Pero más, más ternura
trae la caricia. Lentas,
las manos se demoran,
vuelven, también contemplan.




Traduzione mia:

E gli occhi promettono
mentre la bocca attende. 
Favorevoli, sorridono. 
Quanto intima, lei: silenziosa!  
Eccoci qui. Così prossimi. 
La nostra voce è misteriosa.
Si esprime la carne più chiaramente. 
Siamo ciò che esprimiamo. 
Un paradiso, finalmente, 
completo delle nostre ansie. 
Rivelatrice, la pelle 
si tende e si incanta. 
Tutto procede verso una fiamma. 
Vincoli simultanei 
mi conducono a giostre spensierate. 
Ma più di tutto 
è la carezza che arreca 
delizia. Lente 
le mani si fermano, 
ritornano, ed anche contemplano.

domenica 2 febbraio 2020

Carina Sedevich

Presentamos en Círculo de Poesía una muestra de Carina Sedevich (Santa Fe, 1972) reside en Villa María, Córdoba, Argentina. Ha publicado los libros “La violencia de los nombres” (Ediciones Fe de Ratas, Santa Fe, 1998), “Nosotros No” (Lítote Ediciones, Santa Fe, 2000), “Cosas dentro de otra cosa” (Lítote Ediciones, Santa Fe, 2000), “Como segando un cariño oscuro” (Llanto de Mudo Ediciones, Córdoba, 2012, con reedición en España), “Incombustible” (Alción Editora, Córdoba, 2013, con reedición en España),  “Escribió Dickinson” (Alción Editora, Córdoba, 2014), “Klimt” (Suburbia Ediciones, Gijón, España y Club Hem Editores, La Plata, Argentina, ambos en 2015), “Gibraltar” (Dínamo Poético Editorial, Córdoba, 2015). En 2016 aparecerán “Un cardo ruso” (Ediciones del Movimiento, Maracaibo, Venezuela y Alción Editora, Córdoba, Argentina) y “Cuadernos de Lolog” (Pasto Ediciones, Córdoba, Argentina). Parte de su obra ha sido editada en antologías y publicaciones literarias de diversos países y traducida al italiano, al portugués y al mallorquín. Es licenciada en comunicación y especialista en semiótica.

Canción de cuna
Para Isabella
Escuché los latidos en el vientre de mi hermana.
Fueron corcheas, apenas: do, do, do.
Afuera ya se dormían los tordos entre los álamos.
Dormía el calor de mayo. Pero nuestra sangre no.
Un silencio rodó lento, como ruedan los destinos.
Rodó como rueda un canto: sol, sol, sol.
De Klimt, 2015.

Unas láminas de sarro se desprenden
y golpean las paredes de mi jarra.
Pienso en brillantes filamentos de mica
ocultos en la arena de los ríos.
Pienso en las mangas mojadas
que los poetas chinos
prefieren nombrar para no hablar
de sus lágrimas.



El olvido es un fruto que requiere trabajo.
Casi siempre tardío, pero rara vez dulce.
No es uva ni es la parra donde pende el racimo.
No es como la sombra que daría la parra
ni como sus raíces contraídas y bruscas.
Se parece a la piedra del cantero y la fuente
que apisona la parra, que la ordena y la ciñe.
*
Hay que hacer saltar el olvido de un golpe
como a una piedra caliza en la cantera.
Que se entibie en la mano que quiera tallarla.
Sea opaca a los ojos. Sea venérea y ajena.
*
Una piedra tan blanca es casi como un niño.
Casi un sacramento para mí.
Inclino mis huesos como panes ácimos
sobre cunas que guardan el amor ajeno.
Qué fue de la ternura que pude sentir.
La siento en la garganta bajar como una hostia.
De Gibraltar, 2015.


Con una gota de agua puede empezar el invierno.
*
Un hombre pasa a mi lado.
Se te parece.
Fuma.
Es de piedra mojada
el paño gris de su saco.
Huele a sombra de pino
su barba pura.
*
Sonrío en mi falaz evocación.
La escarcha vive cuando el sol la tornasola.




En una película oriental
los muertos eligen un recuerdo
para vivir en él como un insecto
inmóvil en un ápice de ámbar.
Buscan momentos sin exaltaciones
en los que no pudieron vislumbrar
resabios de pasado o porvenir.
Al fin,
prefieren recordarse solos.
De Un cardo ruso, 2016.

Víspera de Navidad, junto al río

No te merecí. Pero recuerdo tus brazos
como el viejo que evoca un paraje querido
en el que anduvo durante muchos años,
mudo, como transita uno las certezas.
No te merecí. Pero recuerdo tus brazos
tan pálidos, tus dulces vellos oscuros.